sábado, 28 de julio de 2007

De conservadores y progresistas


CRISTIAN SALVI
cristian@salvi.net.ar

"Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejia moral."
Ortega y Gasset

Desde hace un tiempo se ha puesto de moda autodefinirse como “progre”, como abreviación de “progresista”. Así se califica a actores sociales como progresistas; muchos políticos —el presidente por ejemplo— todo el tiempo se autodefinen así.

¿Qué quieren decir? Semanas atrás José Pablo Feimann hacía en una inteligente observación: ser progresista presupone adherir a una vertiente de la filosofía de la historia, que sostiene que ésta progresa hacia algún lado. Claramente ello atiende a la idea de progreso, que se utiliza para referirse a un movimiento hacia una dirección deseable y de realización de determinados objetivos, esencialmente significados en un desarrollo del orden social y la consecución de un bienestar progresivamente creciente. Aunque la linealidad histórica proviene de la patrística, la idea de progreso social es típicamente de la Ilustración, donde la fe en la razón y la aplicación de los métodos las ciencias naturales a los trabajos acerca del hombre abrirían posibilidades de un progreso ilimitado. Luego, es con el post-ilustrado Hegel donde más se acentúa la historiografía del progreso —que influye en la marxista, algo distinta—, al ser el promotor de la idea moderna del progreso, materializada en la historia de la totalidad del mundo como un movimiento progresivo hacia la consecución de un bien nuclear: la libertad.

De seguro quienes se dicen “progres” no lo hacen por abonar a alguna particular filosofía de la historia (más aun, en Argentina todo parece subsumirse en una antimoderna idea del eterno retorno), sino que en verdad usan el término como un eufemismo para decir que son más o menos de izquierda, acaso autocensurando su calificación política.

También decirse de “izquierda” exige un análisis de categorías con una noción histórica, máxime cuando la clasificación está en crisis. Veamos. La distinción nace en plena Revolución Francesa (hace más de doscientos años) entre quienes eran pro-monárquicos y los maximalistas, de modo hasta anecdótico: según como se ubicaron en la asamblea. Y desde ahí se siguió usando, sobre todo en sistemas dónde, por tener monarquías, era plausible aplicar el criterio originario, aunque también comenzó a denotar la mayor o menor tendencia a las reformas, generando una clasificación paralela que es la de liberales y conservadores. Esta distinción, que en Inglaterra viene desde la Revolución Gloriosa en el siglo XVII, es perfectamente aplicable en países anglosajones (y en algún otro europeo) porque allí los liberals son los reformistas, mientas que en Argentina, los liberales son la derecha (apelativo que se da incluso en países como España donde la distinción entre izquierda y la derecha es nítida y partidariamente definida entre el PSOE y el Partido Popular). La derechización de los liberales obedece a que quienes así se definieron lo eran solo en lo económico, rechazando el liberalismo político (por eso algunos tecnócratas como Martínez de Hoz o Cavallo fueron funcionarios de la dictadura) y el costumbrista. Si nos pusiéramos estrictos, tampoco lo liberals norteamericanos son verdaderos liberales, porque propician algún intervensionismo en la economía: el verdadero liberal lo es en todo, y ello llevó a una nueva categoría que designe a estos, conocidos como libertarios, más cercanos quizá al anarquismo (así habla de anarco-capitalismo por ejemplo).

Fuera de todo esto, lo cierto es que las nociones de izquierda y derecha están desaparecidas, usándoselas solo por comodidad, aunque no responden a criterio estricto alguno. Y esto no es nuevo: en la nociones tradicionales Stalin es la extrema-izquierda, y Hitler la extrema-derecha: más allá de decir que los extremos se tocan ¿en qué se diferenciaron? No es posible trasladar categorías de la Revolución francesa a hoy porque sencillamente devienen anacrónicas, todo potenciado por la circunstancia de que toda clasificación resulta insuficiente para encasillar a la heterogénea realidad; como dice Bobbio, deberíamos sino hablar de izquierda, derecha, y con ello de un centro; de ello, centro-derecha y centro-izquierda; más también, de extrema-izquierda y extrema-derecha; cuando no de más intermedios, sin contar con ello a las vertientes populistas. ¿No es más fácil designar a cada cual por lo que suscribe?


¿Progresistas o “estanquistas”?

Usando el sentido semántico estricto, y relacionado su paralelo anglosajón, son progresistas aquellos políticos que luchan por el progreso de la sociedad, en un movimiento, en una recambio, en un devenir superador, en un reformismo institucional para mejorar la sociedad, en una dirección hacia un “donde” que es el desarrollo, por medio de una ampliación de la libertad. Ahora bien, los intendentes que están por décadas gobernado monarquizando el municipio (como Quindimil de Lanús desde 1973 hasta 1976 y desde 1983 a la fecha; Enrique García, 19 años en Vicente López; Julio Alak —La Plata—, Raúl Othaceche —Merlo— y Hugo Curto —Tres de Febrero—, todos 15 años; etc., y que decir del longevo Elios Eseverri, en Olvarría, un radical K, que además tiene un hijo senador y miembro del Consejo de la Magistratura, y una hija Juez, elegida el año pasado por el órgano donde está el hermano…); los gobernadores que tienen reelección indefinida; los nepotistas y poseedores de “cortes reales” que ocupan el Estado; los dinosaurios mutantes partidarios (como abundan acá para no ir más lejos, personajes que hacen 20 años están dando vueltas en lo mismo, sin una nueva idea que aportar); y los sindicalistas eternizados, todos cuanto se dicen “progresistas”, ¿en verdad lo son? ¿O son más bien “conservadores” del statuo quo, del estancamiento político y social, del gatopardismo de cambiar –de posición- para que nada cambie? Retomando las ideas asociadas de progreso y libertad, ellos han acentuado la esclavitud del clientelismo, la dependencia, la construcción biográfica respecto al verdugo puntero, la recreación de la identidad esclava que el verdadero progreso viene a romper haciendo hombres libres. Al fin, ¿Qué progreso logró el progresista PJ de Buenos Aires a pesar de tener la Gobernación desde 1987 —o sea hace 20 años— y casi todos los intendentes del conurbano? Por eso el presidente no puede jactarse de progresista siendo aliado de todos estos y recreando, como lo hace, las peores prácticas de sus antecesores.

martes, 24 de julio de 2007

Acerca del blog


¿Qué comunicar desde el BlogPro?
¿Qué es Pro?
Proponer, sólo proponer. Ya es pro.
Que no se cobren impuestos a los que ganan $ 800.
Que el equipo de fútbol más popular de la Argentina sea admirado en el mundo.
Que los chicos tengan 180 días de clase.
Asfaltar toda la Argentina y que con esa sola idea todos tengan trabajo.
Que haya agua corriente y cloacas en todo el país.
Urbanizar las zonas marginadas.
Que cuando nuestros hijos salgan a bailar, nosotros podamos dormir tranquilos.
Hacer una revolución moral.
Una policía preparada y bien paga.
Proyectar un país que exporte cultura.
Tener un proyecto.
Que los chicos puedan tener la educación que necesitan.
Que se pueda volver a circular por las calles.
Que los delincuentes estén tras de las rejas y los vecinos no.
Terminar con las puertas giratorias en las cárceles.
Recuperar los presos.
Que criticar no signifique desestabilizar.
Mirar el futuro más que el pasado.
Saber hacer lo que uno propone.
Crear propuesta republicana.
Eso es pro

INFORMACIÓN I – Nuevos archivos



Les aviso que en la casilla de correo, en la Bandeja de Entradas, cargué unas plantillas diseño que pueden tomar por si les sirve para vuestros distritos: (a) Unos modelos publicitarios pegados en un documento de Word; y (b) un esquema de trabajo de equipos seccionado por políticas gubernamentales que hemos armado para nuestra ciudad y que denominamos “Tandil Ciudad Pro – Políticas de Estado 2007-2011”.
Saludos,


CS

APORTE I – Identidad y largo plazo: la necesidad de la prudencia electoral

Vale expresar algunas reflexiones sobre el cónclave de la V Sección PBA de Pro.

Quizá la frase más definitoria es esta del diputado Pinedo: “Es muy fácil ganar: digo que apoyo a Kirchner y de seguro gano… pero nosotros seguimos ideas, no cargos electorales… no debemos traicionarnos por un escaño de concejal cuando podemos en 2011 lograr el Gobierno de la Nación” (cita no textual).

Ustedes saben que el nuestro es, creo, el único espacio político –partido, porque no es ello una mala palabra- que nació luego de la gravísima crisis de 2001/2002. Pro nace allí, y congloba a distintos actores provenientes de anteriores estructuras; todos al cohesionarse no forman una masa amorfa, una mixtura política, sino que esa convergencia de pluralidad ideológica tiene en común algo que caracteriza a Pro: los planes de gestión. Por eso, y valga la comparación, Pro es como la Argentina en sus albores, que no estaba unida por la sangre (como los europeos) sino que el crisol inmigratorio se unió en su carta magna de 1853. Nuestras plataformas son nuestra Constitución, a ellas nos debemos, y de ahí que seguimos ideas y proyectos, y no cargos electorales en si mismos, sino que esto será una consecuencia de lo anterior.

Digo esto para hacer notar básicamente dos cosas:

1. Somos un partido nuevo, recién llevamos un lustro, que en la historia no es nada, somos muy jóvenes;

2. Nuestra heterogeneidad empero tiene una identidad, que debemos preservar.
Ambas cosas sirven para darnos cuentas que:

A. No debe desvelarnos esta elección, y lo digo por si creemos que tendremos ab initio un triunfo como el de Mauricio en la Capital (no olvidemos que perdió en 2003, y su buenaventura estuvo en persistir);

B. Debemos mantener nuestra identidad, y desprendernos de los oportunismos.

Si nosotros perdemos de vista estas ideas básicas (que son identidad y largo plazo) podemos caer en un electoralismo que nos lleve a la ruina, y permítanme citar dos casos donde la alteración de la identidad lleva a la decadencia: uno ejemplo es el peronismo, que como todo movimiento, al querer abarcarlo todo, engendra su negación al diluirse sus premisas: la fuerzas centrífugas que generaran sus luchas intestinas harán definitivamente que el movimiento se parta, y de hecho, ya en las elecciones de 2003 el PJ no presentó formalmente aunque varios candidatos se decían peronistas; el otro modelo de ambiciones electoralistas de corto plazo que hacen a la pérdida de identidad y la destrucción de un partido es el caso de la UCR, donde los actores de un partido fundado por un liberal como Alem -que enarboló las banderas contra la corrupción del déspota de su momento- se aliaron… con Kirchner, sólo para estar en la foto del poder de turno, y ustedes ven en qué está terminando ese centenario partido, lo que es una lástima.

Somos un partido que mira al largo plazo, que aspira al desarrollo de Argentina, de lo cual piensa en décadas y no en años, por lo que pensando así, está elección es una episódica contingencia: no la canjeemos por nuestro promisorio futuro. Nuestro compromiso debe ser, cualquiera sea el resultado, comenzar a trabajar en día 29 de octubre pensando en 2009, dejando atrás la practica de que terminada la elección, los partidos cierran sus puertas dándole la espalda a la gente.
CS